Jamas en mi vida hubiese pensado que una cosa tan diminuta e
insignificante hiciese que a mi amiga y a mí los pelos se nos pusieran como
escarpias y soltasemos aquel irracional
alarido en mitad de la terraza de un café repleta de gente, provocando hilaridad
entre los que estaban mas cercanos y perplejidad a los que se encontraban mas
alejados.
Todos los años, en vacaciones, acostumbramos las amigas (somos ocho) a ir unos días a algún
lugar de Europa. Esta vez le tocó el
turno a Bélgica.
Nuestro campamento base, por así llamarlo, lo teníamos en Bruselas.
Desde allí cada día nos dirigíamos a visitar otras ciudades. Después, al final
de la tarde, regresábamos a la capital y
cenábamos en alguno de los restaurantes
de la parte vieja.
Bueno, pues un día después de cenar nos sentamos en la terraza de un bar cerca del hotel a tomar un
café. Había por allí merodeando un gato
negro que era de la cafetería.. Sentado plácidamente nos miraba altivamente
con sus ojos de color verde claro, casi amarillo, que parecían aún más claros
bajo su brillante y lustroso pelaje negro.
Una amiga mía, a la que le encantan los animales empezó a
llamarle diciendo “bis bis bis bis”. El
gato entonces se acercó en plan amistoso lanzándonos un “miaaaaaau” a modo de
saludo.
Empezamos a hacerle carantoñas y el minino contento
ronroneaba y refrotaba su cabecita contra
nuestras piernas. Hasta que finalmente nos dejó y se fue a jugar a la otra
punta de la plaza. Pensábamos que era porque estaba harto ya de tanto mimo,
pero ¡que equivocadas estábamos! ( como pudimos comprobar más tarde). El gatito agradecido por todas nuestras
atenciones se fue “de compras” en busca de algún regalito con el que obsequiarnos.
Mi amiga que no dejaba de observar sus movimientos nos los iba
radiando, ya que el resto de las amigas no podíamos verlo puesto que nos
lo tapaba unas vallas que habían colocado en mitad de la plaza debido a unas
obras que estaban realizando en la misma.
“¡¡Que pocholo!!” decía mi amiga “como juega corriendo detrás de
una pelotita. ¡Ay mira!, ya la ha
cogido, ¡¡que mono!!, y viene con ella hacia aquí”.
Cuando se acerca el
gato digo (empezándome a poner
histérica): “ ¡Ay Dios mío, que me
parece que no es una pelotita!”
Sin darnos tiempo a reaccionar, el gato se coloca entre las
dos y todo orgulloso, nos lanza el trofeo que había conseguido expresamente para nosotras:
Un ratoncillo vivito y coleando que al verse libre dijo “pies para que
os quiero” y salió como una bala por debajo de mi silla y rozando mis zapatos
¡¡Que fue aquello!! En menos de un
segundo se armó la marimorena.
Yo como un resorte, sentada
como estaba y dando alaridos, levanté las piernas hasta casi la altura de mi cabeza,
a la vez que un escalofrío me recorría la columna vertebral. Mientras mi amiga subida encima de la silla gritaba fuera
de sí.
¡¡Menudo espectáculo!!
En mitad de una plaza al aire libre y con un montón de gente en las
terrazas.
Los que estaban más lejos y no se habían enterado nos
miraban asombrados y los que se encontraban más cerca y habían visto toda la
jugada estallaron en estruendosas carcajadas.
El resto de nuestras amigas también
se tronchaban de risa, mientras mi amiga y yo estábamos al borde de un ataque
de nervios. Ni siquiera sentíamos
vergüenza, solo repelús.
Al oír los gritos el camarero vino corriendo a ver qué
pasaba. En un inglés macarrónico (ya que si no nos
salían las palabras en español, mucho menos en otro idioma) le explicamos la odisea quien,
una vez que lo entendió, también soltó una sonora carcajada.
El gato, por su parte, sentado a nuestro lado, nos miraba
perplejo no entendiendo qué parte de su “regalito” no nos había gustado. El
rabito?, las orejitas?, el hociquito? …
¡¡Los bigotes!! Si eso era ¡¡Los bigotes!! Bueno, pues ya se daba por
enterado: La próxima vez el obsequio nos
lo traería depilado.
¡¡Menos mal que no hubo una siguiente vez!!
© Mª Aurora Tamayo
Acabo de aterrizar en este blog y me encuentro con esta sencilla y deliciosa historia. Volveré por aquí próximamente. Un saludo.
ResponderEliminarAcabo de ver tu comentario ya que por motivos de causa mayor desde noviembre de 2014 habia dejado un poco aparcado este blog. Ahora he vuelto a retomarlo y me complacería muchísimo contar con tus comentarios. Muchas gracias por tus bonitas palabras
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