Traductor

Hola amigos:

Tengo un montón de aficiones que me gustaría compartir con todos los los que queráis entrar en mi blog. Una de ellas es la pintura. Pertenezco a la agrupación de Acuarelistas de Andalucía, vocalía de Málaga y también soy socia de la Asociación de Artistas Plásticos de Málaga (APLAMA). Algunos de mis cuadros iré colocando poco a poco en el blog.

Otra de mis aficiones es viajar y me gusta escribir sobre mis viajes. Fragmentos de algunos de ellos colocaré también en el blog, así como fotografías de los diferentes lugares que he visitado.

También me gusta la cocina y pondré recetas de platos que me han facilitado amigas, otras que he copiado de internet o de distintos libros de cocina, la mayoría de ellas con un toque personal mio. Platos que yo he cocinado y que puedo afirmar que están exquisitos, aunque luego está ya el gusto de cada uno.

En fin que iré colocando en el blog todo lo que se me ocurra que pueda ser interesante o entretenido y a vosotros os agradeceré me aporteis ideas y me hagais los comentarios que considereis oportunos.


domingo, 5 de julio de 2015

ANECDOTAS GRACIOSAS DE MIS VIAJES - CIENFUEGOS (CUBA)

VISITA A CIENFUEGOS (CUBA)


      La mañana amaneció nublada  en Trinidad (Cuba), donde estábamos pasando nuestras vacaciones  en  una casa particular con una familia cubana, por lo que, en vez de ir a la playa,  decidimos ir a Cienfuegos a dar simplemente una vuelta, ya que conocíamos dicha ciudad de otras vacaciones anteriores.

      El camino hasta Cienfuegos fue un poco largo pero había un tramo por la costa que era precioso.  Mirabas hacia el lado izquierdo y veías un maravilloso paisaje de playas bañadas por un mar azul turquesa y por el lado derecho todo un vergel de palmeras, platanales y vegetación exótica.

       Paramos un momento a sacar unas fotos y a filmar con la cámara de vídeo.  Después continuamos carretera hasta Cienfuegos.

     Nada más llegar recorrimos todo el malecón sin bajarnos del coche, y en seguida fuimos hasta la Plaza de José Martí, en donde aparcamos. Me  bajé del coche y estuve filmando un rato y disfrutando de lo lindo mientras hacia distintas composiciones de fotos de emblemáticos edificios que enmarcados por las ramas de los árboles que poblaban la plaza y que se encontraban en plena floración, se veían majestuosos y de una belleza sin igual.

      Pero como la felicidad nunca es completa y siempre hay alguien dispuesto a avinagrarte el momento, de repente apareció un “mangui” cojitranco que venía a todo gas hacia a mí, con su pierna renqueando, a pedirme limosna.  Asustada por su aspecto, como pude me metí entre los coches y conseguí zafarme de él.

      Seguí sacando algunas fotos más y enseguida fui para el coche en donde me esperaba mi marido.  Cuando llegué a su altura se bajó del mismo  y me dijo: “Ten cuidado del coche mientras yo voy a ver unas camisetas en esa tienda de ahí en frente”.

      Me quedé allí paseando tranquilamente cerca del coche, mientras me recreaba mirando en la cámara de fotos las tomas que acababa de sacar.   No pasaron 5 minutos cuando veo que el “mangui” viene directo hacia mí a toda pastilla, arrastrando su “pata chula” que, en vez de frenarlo yo creo que le daba más repris por la velocidad que traía  “¡¡Pero es que la tiene tramada conmigo!!”  pensé, empezando ya a ponerme de los nervios.

      Intenté sacar la llave del contacto del coche y salir corriendo para donde estaba mi marido, pero nada, que no había forma,  así que, sin tiempo que perder,  me metí dentro, en el asiento del conductor, y eché el seguro.

      Se acercó a la ventanilla y me hizo gestos para que le diese algo para comer.  Al verle tan cerca con su cara de extraviado, me entró tal canguelo que empecé a dar bocinazos y el  “mangui” debió asustarse ya que salió pitando, pero mi marido nada, que  no daba señales de vida.

      Seguí dentro del coche y, al de un rato, otra vez el “mangui” que aparece frente a mí.  Entonces ya me puse histérica y apreté el claxon con toda mi alma.  Pero esta vez ni se inmutó, ahí seguia con su nariz pegada a  la ventanilla, como un zombi y sin quitarme ojo.  Cuando vi su cara deformada, aun más,  por el cristal y su extraviada mirada fija en mi, me dio  tal ataque de pánico que empecé a aporrear el claxon como poseída por el mismísimo diablo,  hasta que salió de la tienda mi marido que extendió los brazos como diciendo ¿Pero qué demonios pasa?  Yo le hacia gestos completamente desquiciada señalando al “mangui” y entonces vino aunque de mala gana.

      Cuando llegó hasta el coche, bajé la ventanilla y le dije fuera de mí y a punto de darme un patatus: “¿Pero no ves a este “mangui” que me  está todo el rato persiguiendo?”.

      Mi marido,  con cara de pocos amigos, se montó en el coche.  Le mandó a hacer puñetas al “mangui” que se nos quedó mirando con cara de “pasmao” y tomamos dirección para Trinidad.

      Ibamos con el ceño fruncido y a cual de los dos más cabreado.  Pero pasado el momento de desquiciamiento, me pareció una situación de lo mas cómica. Miré a mi marido  (que debía estar pensando lo mismo) porque me devolvió la mirada y,  sin decir nada,  estallamos los dos en una sonora carcajada.

       Y de esta forma terminó nuestro breve paseo por Cienfuegos.
   
                                                                                                       © Aurora  Tamayo


No hay comentarios:

Publicar un comentario