(Alemania)
Nos adentramos en un bosque e iniciamos la subida a través de un sinuoso y abrupto sendero, protegido por una rústica barandilla de madera.
Estuvimos caminando unos 10 minutos y cada vez oíamos más cerca el estruendo de la cascada y percibíamos la humedad en el ambiente, pero no alcanzábamos a verla, cuando, de pronto, en un recodo del camino apareció ante nuestros ojos.
Esbelta, arrogante y altiva, con su tupida y larga melena de níveo color, chocando estrepitosamente contra las piedras y envolviéndonos en una gélida y sutil neblina. Luego, continuaba alegremente su recorrido, levantando rizos de nacarada espuma en su desbocada danza a través del curso del río.
No es que fuese una gran cascada, pero a mí me encantó y sobre todo me impresionó la fuerza de la naturaleza.
No hay comentarios:
Publicar un comentario